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miércoles, 28 de abril de 2010

Triste, solitario y final por Osvaldo Soriano

Triste, solitario y final, o las peripecias de un escritor argentino suelto en una novela policial.

Esta novela se apropia de la estructura y los elementos del policial negro, pero desde una clave cómica y absurda. Fue publicada en 1973 por Osvaldo Soriano, uno de los principales escritores de la literatura argentina reciente. Este es el primer libro de Soriano, cuyas obras tendrán un importante éxito en la Argentina y otros países del mundo.
Los protagonistas son un periodista y escritor argentino llamado Soriano, y Philip Marlowe, el famoso detective de las novelas de Raymond Chandler, pero ya viejo y resignado. En la primer parte de la novela hay escenas en que aparecen, desde el recuerdo en el pasado, el Gordo y el Flaco. Luego, se introduce el personaje de Soriano, que ha viajado a Estados Unidos para reunir información sobre su vida para escribir una novela. Allí se encuentra con Marlowe, quien conoció a Stan Laurel (el Flaco). De este modo, juntos comienzan a vivir una serie de aventuras que incluyen enredos y equívocos de todo tipo. Irrumpen violentamente a los estudios de cine de la Fox, son detenidos y golpeados brutalmente por la policía, participan de una persecución callejera que deriva en tiroteo, etcétera. O sea, encontramos todos los eventos típicos de la novela policial negra, pero atravesados por el humor y la ridiculez propios de la comedia al estilo el Gordo y el Flaco.
En la novela los protagonistas se cruzan con personajes de todo tipo. Policías, matones, guardaespaldas, hippies, hasta una pareja de argentinos que visita Estados Unidos, son algunos de ellos. En esa constante aparición de nuevos personajes, muchos de ellos son famosos. Charlie Chaplin, por ejemplo, tiene un papel importante e inclusive es secuestrado por los protagonistas en una suerte de anacrónica venganza en nombre de los siempre postergados Stan y Laurel. También encontramos a Dick van Dyke, John Wayne, Jane Fonda y otras estrellas de Hollywood.
El tono nostálgico que impregna el texto se puede observar desde la dedicatoria, ofrecida a la memoria de Chandler, Laurel y Hardy. La mirada melancólica se dirige hacia un pasado cercano pero que ya se percibe como una pérdida irrecuperable. El sentimentalismo de la novela se construye en relación a ciertos productos culturales, como las novelas del policial negro o los films cómicos norteamericanos.Además, el texto tampoco excluye la crítica social. Porque la sociedad norteamericana es descripta desde la mirada marginal de un latinoamericano. El personaje de Soriano va encontrando marcas de la discriminación racial, el abuso policial, la hipocresía y la frivolidad de los medios de comunicación. La decadencia de la potencia imperialista, el ocaso de lo que fuera una modernidad triunfante, los resquebrajamientos de un sistema que, pese a las apariencias de integridad, no deja de corroerse ingresan, de un modo sesgado, de un modo disimulado, en la novela.

Crimenes

G.K. Chesterton

miércoles, 14 de abril de 2010

G. K. Chesterton

Gilbert Keith Chesterton ,Londres, 29 de mayo de 1874 muere en Beaconsfield, 14 de junio de 1936), escritor británico de inicios del siglo XX. Cultivó, entre otros géneros, el ensayo, la narración, la biografía, la lírica, el periodismo y el libro de viajes.

Se han referido a él como el "príncipe de las paradojas"[1] Su personaje más famoso es el Padre Brown, un sacerdote católico de apariencia ingenua cuya agudeza psicológica lo vuelve un formidable detective y que aparece en más de 50 historias reunidas en cinco volúmenes, publicados entre 1911 y 1935.


Chesterton escribió alrededor de 80 libros, varios cientos de poemas, alrededor de 200 cuentos e innumerables artículos, ensayos y obras menores.

Al comienzo de su carrera se hizo conocido por sus artículos periodísticos, y dio un gran salto cuando publicó su primera novela “El napoleón de Notting Hill” (1904), la cual inspiró a Michael Collins en su defensa irlandesa ante los ingleses. A ésta le siguieron otros libros de crítica, como "Dickens" (1906) y "G.B. Shaw" (1909).

Iba perfilando así sus opiniones, que exponía con un aire acentuadamente polémico y no exento de humor. Combatía todo lo que consideraba errores modernos: al racionalismo y al cientificismo oponía el sentido común y la fe; a la crueldad de la civilización industrial y capitalista, el ideal social de la Edad Media.

"Ortodoxia" (1908) es la historia de su evolución espiritual (que más tarde lo llevaría al seno de la Iglesia Católica), y también su esfuerzo apologético de "La Esfera y la Cruz" (1910).

Su actitud ante los problemas sociales la definió en "Qué está mal en el mundo" (1910). De 1908 data su novela más conocida, El hombre que fue Jueves, una alegoría sobre el mal y el libre albedrío.

En 1912 compone La balada del caballo blanco, extenso poema épico sobre el rey Alfredo el Grande y su defensa de Danes en 878, y del cual C. S. Lewis sabía muchos versos.

J. R. R. Tolkien, que en su juventud lo consideraba excelente, en una carta a su hijo comenta que lamentablemente G. K. Chesterton, con toda la admiración que le merecía, no conocía nada sobre lo nórdico.

De 1925 es El hombre eterno, que versa sobre la Historia del mundo, y está divido en dos partes, la primera trata sobre la humanidad hasta el año 0 y la segunda desde ese año en adelante. Este libro nació como reacción a uno publicado por H.G. Wells sobre la Historia de la Humanidad, al cual, tanto Chesterton como Belloc, le criticaban que de sus cientos de páginas, las dedicadas a Jesús eran ínfimas. Algunos afirmaron que El hombre eterno fue su libro más trascendente a causa de su influencia en literatos como C.S. Lewis y Evelyn Waugh.

Sus obras son frecuentemente editadas en otros idiomas. En la Argentina su pensamiento ha adquirido un auge todavía mayor desde finales del siglo XX, dadas las constantes reediciones y la aparición de obras desconocidas para el público de habla hispana: "La Iglesia Católica y la conversión", "De todo un poco", "La Tierra de los Colores", "La Nueva Jerusalén", "Cien años después". Pórtico, Vórtice, Lumen y Ágape son algunas de las editoriales argentinas que realizan esta tarea.

Siempre se caracterizó por sus paradojas, el hecho de comenzar sus escritos con alguna afirmación que parece de lo más normal, y haciendo ver que las cosas no son lo que parecen, y que muchos dichos se dicen sin pensarlos a fondo, cabe destacar que siempre se apoyaba en la argumentación que en su denominación latina es llamada Reductio ad absurdum:

"He aquí una frase que oí el otro día a una persona muy agradable e inteligente, y que cientos de veces he oído a cientos de personas. Una joven madre me dijo: «No quiero enseñarle ninguna religión a mi hijo. No quiero influir sobre él; quiero que la elija por sí mismo cuando sea mayor.» Ése es un ejemplo muy común de un argumento corriente, que frecuentemente se repite, y que, sin embargo, nunca se aplica verdaderamente".

Osvaldo Soriano

Osvaldo Soriano fue un escritor y periodista argentino nacido en Mar del Plata, Buenos Aires, el 6 de enero de 1943. Solía decir que no le interesaba la literatura, sólo que siempre fue escritor. Gozó del reconocimiento del público y de los críticos extranjeros (fue el último gran best-seller criollo).

Hijo de Aracelis Lora Mora y Alberto Francua, un catalán inspector de Obras Sanitarias (la empresa encargada del servicio de agua potable en Argentina), pasó junto a su familia una infancia errante, deambulando por pueblos de provincia tras los destinos laborales de su padre. Posteriormente recaló en Tandil. Esa eterna huida, ese nomadismo de su niñez, fue decisivo para esa especie de “novela de carretera” repleta de perdedores extraviados que recorre casi toda su obra. Cumplidos los 26 años, se trasladó a Buenos Aires en 1969 para integrarse a la redacción de la revista Primera Plana, a partir de lo cual comenzaría su constante relación con el periodismo, colaborando además en las publicaciones Panorama, Confirmado y en los diarios “El Eco de Tandil”, Noticias, El Cronista y La Opinión. También fue corresponsal de Il Manifiesto italiano y cofundador de Página/12, trabajando como asesor de directorio y columnista de contratapas.

Publicó su primera novela titulada Triste, solitario y final en 1973, la cual fue traducida a doce idiomas. En 1976, debido al golpe de Estado, Soriano se trasladó a Bélgica y luego vivió en París hasta 1984, año en que regresó a Buenos Aires. Durante su exilio europeo publicó No habrá más penas ni olvido (1978), llevada al cine por Héctor Olivera, que ganó el Oso de Plata en el festival de cine de Berlín). También publicó Cuarteles de invierno (1980), sobre la cual se publicaron seis ediciones en 1983, ya que era considerada la mejor novela extranjera de 1981 en Italia. Ésta obra fue llevada dos veces al cine. De vuelta al país continuó su actividad literaria, al mismo tiempo que su profesión de periodista. En 1987 fundó el diario Página/12, para el cual escribió contratapas hasta 1997.

Las novelas Triste, solitario y final, No habrá más penas ni olvido, Cuarteles de invierno y A sus plantas rendido un león han sido publicadas en veinte países y traducidas a los idiomas inglés, francés, italiano, alemán, portugués, sueco, noruego, holandés, griego, polaco, húngaro, checo, hebreo, danés y ruso. A lo largo de su carrera, vendió más de un millón de ejemplares y obtuvo los premios “Raymond Chandler Award”, “Carrasco Tapia” (de la revista Análisis de Chile), mientras que en Argentina lo distinguieron las fundaciones Konex y Quinquela Martín.

Fue víctima del paradigma del narrador formado entre el humo a cigarrillo de las redacciones periodísticas, dueño de un estilo directo, llano y eficaz. Fanático del fútbol (es conocida su afición al club San Lorenzo de Almagro), la pasión por ese deporte marcó también hondamente su literatura. Muchos lo compararon con Roberto Arlt, por su nula formación académica (dejó la secundaria en 3º año), pero se diferenció del autor de “Los siete locos” en la utilización del humor, mediante personajes que sabían reírse de sus propias desgracias.

Algunas curiosidades lo pintan de cuerpo entero: escribía de noche hasta las ocho de la mañana, para posteriormente dormir hasta las cuatro de la tarde. Le fascinaban Internet y el mundo de la informática y sentía devoción por los gatos.

Murió el 29 de enero de 1997 en Buenos Aires, víctima de un cáncer de pulmón. Fue sepultado en el Cementerio de la Chacarita. Legó un mundo de extraños perdedores pueblerinos y de inolvidables historias tristes, los guiones cotidianos de la gente común que algunos menosprecian.


Novelas

Triste, solitario y final (1973)
No habrá más penas ni olvido (1978)
Cuarteles de invierno (1980)
A sus plantas rendido un león (1986)
Una sombra ya pronto serás (1990)
El ojo de la Patria (1992)
La Hora sin sombra (1995)


Cuentos y artículos

Artistas, locos y criminales (1984)
Rebeldes, soñadores y fugitivos (1988)
Cuentos de los años felices (1993)
Piratas, fantasmas y dinosaurios (1996)
Arqueros, ilusionistas y goleadores (1998)

Edgar Allan Poe

El de terror fue un género que adoptó Poe para satisfacer los gustos del público de la época.Sus temas más recurrentes tienen que ver con la muerte, incluyendo sus manifestaciones físicas, los efectos de la descomposición de los cadáveres ("La verdad sobre el caso del señor Valdemar"), temas también relacionados con el entierro prematuro ("El entierro prematuro"), la reanimación de cadáveres ("Conversación con una momia", "La caída de la casa Usher") y demás asuntos luctuosos. De esta manera, se ha señalado con frecuencia la obsesión entre necrofílica y sádica del autor, manifestada en distintos niveles y matices, según los relatos.

Otros temas recurrentes en sus historias macabras son la venganza ("Hop-Frog", "El barril de amontillado"), la culpa y la autopunición ("William Wilson", "El corazón delator", "El gato negro", "El demonio de la perversidad"), la influencia del alcohol y el opio ("El gato negro", "La caída de la casa Usher", "El Rey Peste"), el poder de la voluntad ("Ligeia", "Morella"), etc.

Con motivo de sus primeras publicaciones del género, la crítica lo acusó de dejarse llevar en exceso por la influencia de la fantasía alemana, por ejemplo de Hoffmann. A lo que el escritor replicó, en el prólogo a su libro Cuentos de lo grotesco y arabesco: «Si muchas de mis producciones han tenido como tesis el terror, sostengo que ese terror no viene de Alemania, sino del alma; que he deducido este terror tan sólo de sus fuentes legítimas, y que lo he llevado tan sólo a sus resultados legítimos.

Muchas de estas obras han sido encuadradas a menudo dentro del llamado romanticismo oscuro ("dark romanticism"), en el que lo acompañaron autores como Nathaniel Hawthorne y Herman Melville. Este movimiento surgió como reacción al trascendentalismo de la época, que Poe detestaba. Calificaba a los seguidores de este movimiento de "Frogpondians" (algo así como 'ranas de charca', en referencia al estanque de un conocido parque de Boston)y ridiculizaba sus escritos denominándolos "gestionametáforas" que incurrían en "la oscuridad por la oscuridad" y "el misticismo por el misticismo".El escritor, sin embargo, en una carta a su gran amigo Thomas Holley Chivers, escribió que él no odiaba a los trascendentalistas, sino «sólo a los sofistas que se cuentan entre ellos».

Poe igualmente dio origen al relato de detectives con sus cuentos analíticos y de raciocinio: "La carta robada", "Los crímenes de la calle Morgue", "El escarabajo de oro" y "El misterio de Marie Rogêt", que influyeron directamente en autores posteriores como Arthur Conan Doyle, cuyo Sherlock Holmes está inspirado directamente en el Auguste Dupin de Poe (véase Legado e influencia).

Dio asimismo un significativo giro al género emergente de la ciencia-ficción, respondiendo así a los recientes avances científicos y tecnológicos, como el globo aerostático, en su cuento "El camelo del globo".En castellano existe una edición de los relatos de ciencia-ficción del autor que contiene 13 cuentos, desde "Von Kempelen y su descubrimiento" hasta "Un cuento de las montañas escabrosas", e incluso "Manuscrito encontrado en una botella".

En lo tocante a su técnica, y su muchas veces apuntada intensidad narrativa, Poe «comprendió que la eficacia de un cuento depende de su intensidad como acaecimiento (...) Cada palabra debe confluir, concurrir al acaecimiento, a la cosa que ocurre, y esta cosa que ocurre debe ser sólo acaecimiento y no alegoría (como en muchos cuentos de Hawthorne, por ejemplo) o pretexto para genealizaciones psicológicas, éticas o didácticas (...) La cosa que ocurre debe ser intensa. Aquí Poe no se planteó estériles cuestiones de fondo y forma; era demasiado lúcido como para no advertir que un cuento es un organismo, un ser que respira y late, y que su vida consiste -como la nuestra- en un núcleo animado inseparable de sus manifestaciones».

Padraic Colum, por su parte, lo sitúa como el creador del concepto de "atmósfera" en el arte literario. Cortázar llama a este recurso "creación de ambientes" y compara a Poe con otros maestros en esta técnica como Chéjov, Villiers de L'Isle-Adam, Henry James, Kipling y Kafka.

Poe valoraba en el relato corto por encima de todo la imaginación, así como la originalidad y la verosimilitud. Por lo tanto, el criterio que primaba en este tipo de relatos era exclusivamente estético. Según el crítico Félix Martín, «conocidos fueron sus pronunciamientos sobre la supremacía de la imaginación, su condena explícita de la intención moral en la obra de arte y de la alegoría moral, tanto en poesía como en narración, así como el rechazo de todo tipo de verdad inherente a los hechos del relato (...) Al descartar el didacticismo moralizante como objetivo de la obra de arte, Poe la libera de criterios de verosimilitud externos y da rienda suelta a aquellos elementos fantásticos y formales que la configuran estéticamente, configuración apreciable sobre todo a través de los efectos que produce en el lector».


Ya se ha destacado que el autor escribió gran parte de su obra de acuerdo con los gustos populares de la época, lo que 'vendía'. A tal efecto, sus relatos recogen a menudo elementos de la pseudociencia, la frenología y la fisiognomía.

El escritor dedicó asimismo muchos relatos a la sátira, al humor e incluso la mistificación humorística (patraña). Para crear el efecto cómico, solía servirse de la ironía y la extravagancia absurda, en un intento de poner coto al conformismo ideológico del lector. Así, "Metzengerstein", su primer cuento publicado, y también su primer incursión en el terror, había sido concebido inicialmente como una sátira del género, como se ha dicho, muy popular en la época.

Agatha Christie

Agatha Mary Clarissa Miller Christie Mallowan DBE (15 de septiembre de 1890 – 12 de enero de 1976), conocida como Agatha Christie, fue una escritora británica de novelas policíacas. También escribió novelas románticas bajo el seudónimo de Mary Westmacott. Es conocida como la Reina del Crimen.

Christie publicó más de ochenta novelas y obras de teatro, principalmente del tipo de la habitación cerrada y de argumentos donde interviene uno de sus personajes principales, Hércules Poirot y Miss Marple. Aunque le gustaba variar la forma establecida del relato de detectives (uno de sus primeros libros, La muerte de Roger Ackroyd, es famoso por su sorprendente desenlace), era escrupulosa en jugar limpio con el lector al asegurarse de dar toda la información para resolver el problema.

La mayoría de sus novelas y relatos se han llevado al cine, algunos en más de una ocasión, como Asesinato en el Orient Express y Muerte en el Nilo.

Agatha Christie estuvo escribiendo desde el final de la Primera Guerra Mundial, cuando creó a su personaje Hércules Poirot, el pequeño detective belga con su cabeza con forma de huevo y su pasión por "el orden y método", y desde entonces uno de los detectives más populares desde Sherlock Holmes. Poirot y sus otros detectives, como Miss Marple, han aparecido también en las numerosas películas, programas de radio y representaciones teatrales basados en los libros de Agatha Christie.

Varios de sus libros han sido publicados a título póstumo, entre ellos su autobiografía.

Además de ser escritora detectivesca, Agatha Christie escribió 6 novelas románticas bajo el pseudónimo Mary Westmacott, algunas obras teatrales y un libro de poemas.

Una de las características principales de la prosa detectivesca de Agatha Christie es que se desarrolla en lo que se denomina el whodunit; lo que permite al lector ensayar hipótesis y en suma intentar adivinar la identidad del culpable antes de acabar la lectura del relato.

miércoles, 7 de abril de 2010

Arthur Conan Doyle

Sir Arthur Ignatius Conan Doyle (Edimburgo, Escocia, 22 de mayo de 1859 – Crowborough, Inglaterra, 7 de julio de 1930), fue un escritor británico célebre por la creación del personaje de Sherlock Holmes, el detective de ficción famoso del mundo.
Desde 1876 hasta 1881 estudió medicina en la Universidad de Edimburgo.

Para ese año, se recibió como médico naval, aunque recibió su doctorado cuatro años después.

En junio de 1882, se mudó a Portsmouth. Estando ahí, instaló una clínica.[2] Al principio no le fue muy bien con ella, por lo que en su tiempo libre comenzó a escribir historias nuevamente. Su primer trabajo resaltado fue "Un Estudio en Escarlata", en donde aparecía por primera vez Sherlock Holmes, personaje basado en un profesor de universidad con habilidad para el razonamiento deductivo, llamado Joseph Bell.

Mientras vivió en Portsmouth también jugó al rugby profesionalmente, en Portsmouth Association Football Club. Doyle jugó 10 partidos en total, entre 1900 y 1907. Su máxima anotación fue de 43, contra London County. Fue, también, el primer portero en la historia del equipo de fútbol de la ciudad, equipo conocido con el diminutivo de "Pompey".

En 1885, se casó con Louisa (o Louise) Hawkins, conocida como "Touie", quien sufrió de tuberculosis y murió el 4 de julio de 1906. Con ella tuvo dos hijos, Mary Louise (1889) y Alleyne Kingsley (1892 – 1918). Un año después, contrajo matrimonio con Jean Leckie, una chica a la que había conocido, y de la cuál se había enamorado en 1887, pero que debido a su matrimonio con Louisa no había podido concretar una relación. Con Jean tuvo tres hijos más, Jean Lena Annette, Denis Percy Stewart (1909 – 1955), y Adrian Malcolm.

En 1891, se mudó a Londres para practicar como oftalmólogo. En su biografía, luego aclaró que ningún paciente entró a su clínica. Por lo tanto, esto le dio más tiempo para escribir. En noviembre de ese año, le escribió a su madre que quería "matar a Sherlock Holmes, ya que estaba gastando su mente", a lo que su madre respondió: "la gente no lo va a tomar de buena manera". Entonces, de esta forma, decidió dedicarle más tiempo a cosas más "importantes", como sus novelas históricas.

En 1900, escribió su libro más largo, La guerra de los Bóers. Ese mismo año, se presentó como candidato para la Unión Liberal; a pesar de que era un candidato muy respetado, no fue elegido. Tras la Guerra de los Bóers escribió un artículo, La guerra en el sur de África: causas y desarrollo, justificando la participación de Gran Bretaña, que fue ampliamente traducido. En su opinión, fue esto lo que provocó que le nombraran Caballero del Imperio Británico en 1902 otorgándole el tratamiento de Sir.

En el transcurso de los años, se ha hecho famosa su afirmación acerca de un cuento de Robert Louis Stevenson (El Pabellón de los Links), declarando que era la cima misma de la técnica narrativa. No recibió ningún premio a lo largo de toda su carrera.